Divertido Video de Masajes…
Domingo, Febrero 6th, 2011DESVELAMOS LA REALIDAD SOBRE EL MITO DEL “HAPPY ENDING”
Hemos subtitulado el vídeo para que no os perdáis el feliz final mientras miráis el diccionario.
Thaidreams.es |
Viviendo en el paraiso |
Hemos subtitulado el vídeo para que no os perdáis el feliz final mientras miráis el diccionario.
Mi experiencia en barberías en Tailandia ha sido siempre muy agradable. Antes había una pequeña barbería muy cerca de mi antiguo apartamento, en una calle sacada del siglo XIX, un oasis en medio del caos de Bangkok, la regentaba una simpática tailandesa, y no había más personal. Para mí era un remanso de paz, la frecuentaba varias veces a la semana.
Durante los 15 minutos que duraba el afeitado (y en ocasiones los 30 de espera a modo de preliminares) desconectaba del trabajo, de los problemas, y me relajaba en esos pensamientos y recuerdos que nuestro día a día occidental no deja tiempo para recordar. Hacer esto mientras se tiene una hoja de afeitar afilada entorno a tu cuello, no dejaba de ser un aliciente más, una entrega total de cuerpo y alma, lo uno a la simpática Mod, y lo otro al recuerdo y e incluso al descanso total dejando la mente en blanco…
Finalizado el afeitado, y como complemento perfecto a la tensión generada por la afilada navaja que había recorrido mi cara y mi cuello durante unos largos minutos, venía lo mejor, un corto pero placentero masaje de espalda, cuello y brazos, cortesía de las barberías en Tailandia que, en el caso de mi barbera, y animada por mi cara de satisfacción, convertía esos minutos posteriores al afeitado en un arte, en un relajante ritual, similar al de fumarse un cigarrillo después de una larga noche de sexo.
El corte de pelo no desmerecía tampoco en absoluto, e incluso llevaba el ritual a una nueva dimensión. El ritual de corte(jo) empezaba normal, preciso, pausado, relajado, dejándome absorto en la calma, tal vez con cara de tonto (lo siento, no lo puedo corroborar). Nada presagiaba los siguientes pasos, los siguientes placeres accesibles solo a unos pocos elegidos que vivimos en esta parte del Mundo…
Al corte de pelo siguió una pregunta sutil, pero lo suficientemente cargada como para volar el edificio, “¿Xampú?” (¿te lavo la cabeza?) . Permanecí indeciso unos momentos, no sabía que decir, en unos segundos, que me parecieron eternos, analicé la pregunta y las consecuencias de mi decisión en uno y otro sentido, estaba en un dilema casi existencial, (y además llegaba tarde a una reunión, todo hay que decirlo).
La respuesta que salió de mis labios fue un “dai krap” (ok) casi imperceptible. Tomé asiento en un sillón confortable y, tras envolver mi cuello y hombros con una pequeña tela impermeable, depositó suavemente mi cabeza en el lava cabezas (lo siento no he encontrado un nombre menos soso que ése).
A partir de ahí me sumergí en una nueva experiencia, un nuevo ritual difícil dejar atrás en el recuerdo, echó el champú y sus manos empezaron a masajear dulce pero enérgicamente mi cuero cabelludo, mi cabeza, mi cuello, una y otra vez durante varios minutos, que me hicieron entregarme de nuevo al vacío mental, el mayor placer que se puede encontrar en un día normal de trabajo y estrés, en una ciudad como Bangkok, con un tráfico que hace que el peatón desee colgarse de los cables de la luz para poder caminar sin sobresaltos… Imposible pensar, relajarse o recordar, cuando se va caminando por la ciudad, tampoco cuando se conduce, y seguramente menos aún cuando se va de pasajero en un taxi o autobús…
Tras el masaje vino el aclarado y… ¡otra sesión de champú y masaje!, ¡y otra más!, hasta 3 veces… A esas alturas yo ya había enviado un mensaje para retrasar la reunión al tiempo que había apagado el teléfono.
Tras esos 3 interminables enjabonados, masajes, y aclarados, envolvió mi cabeza con una toalla a modo de marajá y me invitó a retornar a la butaca de barbero, donde comenzó el ritual de afeitado con la navaja, pero en esa ocasión, después esos minutos de éxtasis mental a modo de preliminares había conseguido que me entregará más que nunca, podía cortar con la navaja por donde quisiera, ya no importaba una oreja más o menos, la entrega era total, si es que lo podía ser más aún.
Tras el afeitado siguió el correspondiente masaje, pero en este caso un poco más largo, quizás para acentuar aún más mi agonía y tristeza cuando dejara la barbería camino del caos…
Estaba aún exhorto en el masaje, con mis ojos cerrados, mi mente en blanco, pensando que ya lo había visto todo, o mejor dicho, que ya lo había sentido todo, cuando tuve una sensación nueva, intensa, brutal… Noté como algo alargado y firme se introducía por mi orificio, como entraba y salía, como giraba en mi interior, no podía abrir los ojos, no quería abrirlos! La sensación era indescriptible, de entrega total, no podía moverme. En apenas unos segundos que se me hicieron también eternos, noté por fin como salía de mí y respiré de nuevo, pero no por mucho tiempo, pues al momento Mod, mi barbera favorita, tomo otro bastoncillo de algodón y atacó mi oído izquierdo… tras ello… unos minutos más de suave masaje en mi cuello para liberar tensiones … y la temida despedida.
La experiencia había durado algo menos de una hora y me había costado la friolera de 120 bahts, unos 3 Euros, pero había sido inolvidable. Bueno, de no ser por las siguientes veces que visité a Mod para cortarme el pelo, y las veces que aún hoy lo sigo haciendo, cuando mi pelo lo necesita, aunque ahora vivo a unos 20 Kilómetros de la barbería y para el afeitado me tengo que conformar con mi máquina de afeitar eléctrica.
Retorno con mis disculpas a los blogueros que me siguen (a los dos), y mi promesa de intentar volver a alegrar sus vidas o devolverles el dinero…
Como ya sabéis Tailandia es famosa por sus masajes, pero seguro que no sabías de esta variedad, llamada “Chang Massage”, o masaje del elefante.
No, nada que ver con Shin Chan y su “trooooompa!”. Se trata de un masaje proporcionado con la trompa y las patas de un elefante de verdad, y se puede disfrutar en muchos de los parques de elefantes que hay repartidos por toda Tailandia.
Solo hace falta algo de valor y una toalla, ah! y un elefante, claro.
No sé si vale o no la pena dárselo, pero os garantizo que vale la pena ver como se lo dan a otros.
De todas formas, como me gusta probarlo todo (ejem, casi), le pediré a mi amigo Tiburcio, el elefante, que me de uno, pero antes de salir de copas por si acaso…
Hablando de masajes, mi amigo Lucas Candola, tuvo una curiosa experiencia cuando acudió a un pequeño salón de masajes, situado en los bajos de una destartalada casita de madera.
Pasó por delante y, como nos suele suceder en Thailandia, cuando no vamos estresados de trabajo y tenemos tiempo, (y también cuando vamos estresados de trabajo para quitarnos el estrés) se dijo a sí mismo, ¿porqué no?
Una vez dentro, una simpática y joven masajista le dio la bienvenida (y una toalla) y desapareció de la sala, dejándole intimidad para desprenderse de su ropa, paso previo a desprenderse de su estrés, preocupaciones y dolores con un reconfortante masaje de aceite.
Minutos más tarde apareció de nuevo la amable muchacha y comenzó el masaje, él se relajó, cerró los ojos y se dejó llevar por los suaves y precisos movimientos de su anfitriona.
De pronto le pareció oír voces y abrió los ojos, ante él y a modo de tribuna, una pareja de ancianos había situado dos sillas y no perdían detalle cual partido de tenis, del desarrollo del masaje… Resultaron ser los padres de la chica, los cuales como buenos padres estaban orgullosos de lo bien que trabajaba su hija, y no quisieron perder detalle de su debut ante el toro (y no lo digo por los cuernos, Lucas).
Otro amigo, Alonso Bando, me contaba hace un tiempo una experiencia cuanto menos curiosa… Durante sus vacaciones en una de las preciosas islas de Tailandia, decidió meterse en una pequeña cabaña que ofrecía masajes a buen precio.
En unos minutos se encontraba ya cómodamente sentado en una butaca y le estaban dando un relajante masaje en la cabeza (no empecemos a pensar mal, que yo a las cosas las llamo por su nombre).
La chica estaba de pie detrás de él, inclinada sobre su cabeza entregada a su labor, Alonso estaba en la gloria, pero de repente empezó a notar una presión constante bajo su cuero cabelludo.
Pensó para sí que debía ser una nueva técnica de masaje relajante y esperó, y esperó,… y esperó… hasta que al cabo de unos minutos y extrañado abrió los ojos y giró un poco la cabeza, justo para poder comprobar que la masajista … ¡Se había dormido con las manos apoyadas sobre su cabeza!
La siguiente anécdota le sucedió a un amigo que en este caso me pide que no lo nombre, así que pondré solo sus iniciales.
F.E.O. estaba en la estación de autobuses de una pequeña ciudad asiática y su autobús no salía hasta 2 horas más tarde, por lo que decidió darse un masajito tradicional en el establecimiento de la estación.
Al entrar, una guapa y esbelta señorita preguntó a FEO si quería que le diera el masaje ella misma o la otra chica, señalando a una chica digamos “muy simpática” pero poco agraciada. Como a nadie le amarga un dulce, la elección no le pareció difícil y lanzó un “You!” que despertó de golpe a todos los obreros que estaban haciendo unas reformas en la estación de autobuses…
Subieron ambos (sin los obreros) a una amplia planta superior donde en ese momento no había nadie más, se puso el pijama, y empezó el masaje.
Ella le explicaba que era profesora de masajes y, por lo que me contó, debía ser cierto, pues el masaje estaba siendo realmente muy bueno, le contó también que era la encargada del establecimiento, que tenía un novio Ruso, que se habían peleado,…
Llegados a este punto, FEO estaba ya tan relajado que se quedó completamente dormido. No sabe cuanto tiempo, sólo sabe que tuvo un sueño muy dulce y que despertó con la masajista con la boca llena y entregada a los placeres de la carne magra, como diría mi amigo Fernando Blado (nada que ver con FEO, al que respetando su voluntad ya he comentado que no nombraría).
Inicialmente se quedó blanco del susto, pero siguiendo las indicaciones de la masajista: “rilak”, “salip” (relájate, duerme), y viendo que no había nadie más en toda la planta, pensó “Qué Coño!” y cerró los ojos de nuevo…
Finalizadas las 2 horas de masaje y a punto de perder el autobús, a FEO aún le quedaría una sorpresa más. Pensó que la broma seguramente le costaría cara, pero al menos se había quedado la mar de relajado… Entonces la masajista le pidió si por favor le podía dar una propina de 40 bahts (¡algo menos de 1 Euro!) En ese momento notó un ligero cambio en el tono de voz de la masajista, volviéndose mucho más grave… Empezó a fijarse con más detenimiento, y llegó a la conclusión de que quien le había dado tan placentero masaje había sido un Ladyboy… ¡Ahí sí se debió quedar blanco de verdad!
UNOS QUE VIENEN, OTROS QUEEE SE VAAAAN,… UNOS POCOS NOS QUEDAMOS, OTROS LLEEEGARAAAÁN,… LA VIDA SIGUE IGUAAAL
Aunque mi voz está a años luz de la de Julio Iglesias (se podría abrir un panel de discusión sobre si eso es bueno o malo), las despedidas siempre son tristes, pero cuando se trata de amigos, sabes que seguro los vas a volver a ver en cuanto tengas la menor oportunidad.
Escribo estas lineas como despedida para todos ellos, sabiendo que seguirán visitando este Blog para mantenerse al corriente de este País tan querido por todos ellos, y con la esperanza que escriban de vez en cuando algún comentario en él, para saber que están ahí, tan lejos pero a la vez tan cerca, de Tailandia y de nosotros.
Algunos marcharon ya, como mi buen amigo Emilio, quien ha decidido no irse muy lejos, a Singapur concretamente, y a quien deseo lo mejor en esta nueva aventura. Estoy seguro que nos vamos a ir viendo de vez en cuando. Con él marcharon María y sus 2 hijos, con vistas a revolucionar un poco ese pequeño País. Lo digo por el padre, no por los niños…
También marchó hace unas semanas mi amigo Tiburcio, el elefante, en este caso siguiendo los pasos de Emilio, ya que ha elegido también Singapur para establecerse. Yo sinceramente no acabo de verlo moviendo la trompa en una ciudad como esa, ni me lo imagino paseando en sus lomos a turistas por en medio de la autopista, pero quién soy yo para cuestionar su decisión, un simple humano al fin y al cabo. De todas formas, lo que no ha abandonado es su prolífico Blog, www.asiabudayrollitosprimavera.blogspot.com, por lo que será él mismo el que nos contará puntualmente sus evoluciones y tribulaciones. Según me comentaba, se planteó inicialmente el ir a España una temporada, pero para ello debía cambiar el nombre de su blog, y www.españaflamencoytortilladepatatas.com no le acababa de convencer, por lo que decidió permanecer en Asia y así no tener que cambiar de blog. Creo que mirado de este modo tomó la decisión acertada.
Otro enamorado de Tailandia, Fernando Mullor, volvió a España hace una semana, después de 3 o 4 años viviendo las mil y una aventuras en este increíble País. Ex corresponsal de prensa de la Agencia EFE, ex profesor de español y tenis, ex traductor, ex Disc-Jockey y tantas otras cosas… En este caso, la aventura que emprende este tremendo hombre orquesta, es doble al haber decidido casarse y dejar Tailandia al mismo tiempo. Le deseo lo mejor en ambos proyectos, y espero verlo por aquí pronto de vacaciones.
Hace unos meses Vicente salió de Tailandia en dirección a la antigua Saigón, en Vietnam, aventurándose en un nuevo proyecto empresarial. Nos hemos visto en un par de ocasiones desde entonces, y he podido comprobar que ya se ha hecho con el País. De todas formas, espero que nos vengas a ver de nuevo muy pronto.
A punto de partir está mi amigo Jose Luís, que después de dedicar la mayor parte de su vida al sector público, emprende nuevas aventuras empresariales en España, para dar a conocer lo mejor de la cultura tailandesa en nuestro País. Los que tengáis la suerte de vivir, o pasar unos días en Madrid, vais a poder disfrutar de los auténticos masajes terapéuticos tailandeses sin necesidad de tomar ningún avión. Sin ánimo de repetirme, los masajes tailandeses son un auténtico lujo asiático, del que yo ya no puedo prescindir. El Centro de Masajes de Madrid en un par de meses estará ya a todo rendimiento. Esta es la página web, para que podáis estar atentos a su inminente apertura: www.masajethailandes.com
No son los únicos que se van; el Embajador de España en Tailandia creo que deja Bangkok también este año; Loreto vuelve a España a finales de Agosto, tras unos años ”gestionando” la Oficina Comercial; Pepe, del Ministerio Defensa marchó hace unas semanas,… y seguro que me dejo a más de uno, lo cual no significa que no se les vaya a echar mucho de menos también por aquí.
También es tiempo de bienvenidas, ya que acaban de aterrizar o está por llegar la futura ”Flor y Nata” de la representación española en Tailandia, y pronto tendremos nuevo Cónsul, nuevo Embajador, nuevo Canciller, nuevo responsable de la Oficina Comercial Española, nuevo responsable de la Agencia EFE en Tailandia, nuevo Agregado de Defensa, ¿nuevo elefante?, …
La mayoría de sus predecesores han dejado el listón muy alto a nivel profesional y humano, así es que mucho ánimo a los recién llegados …
En la foto, tomada en una de las despedidas en casa del Embajador, algunos de los que se van y unos pocos de los que nos quedamos. Concretamente, si partimos la foto por la mitad, ya se han empezado a marchar los de la parte izquierda, mientras que los de la parte derecha nos resistimos de momento (haciendo piña como podéis ver) a abandonar el barco …
Bueno el primero de ellos no ha sido producido por Thailandeses, pero me ha parecido adecuado incluirlo por la temática tailandesa de los masajes, además lo encuentro muy divertido.
El escaso diálogo es el siguiente:
Uno de los jóvenes pregunta al otro: – ¿Nos damos un masaje?
La masajista pregunta a los jóvenes: – ¿Quién va a ser el primero?
Me ha gustado sobretodo porque tanto a mí como seguro que a la mayoría de los que vivimos aquí, nos ha pasado alguna vez algo parecido… ¿O no?
El padre le dice al hijo:
- No hemos comido nada desde que escapamos del Zoo
- Tienes hambre, hijo?
En ese momento el hijo, al ver a la chica, grita excitado: – Un humano!!
A lo que el padre replica:
- Mira allá! Un elefante!
- Mira hijo, está utilizando su trompa para jugar con el agua.
El tigretón dice: – Papá, Quiero comerme su barriga!
Y el padre le contesta:
- Seguro hijo, yo voy a por su cabeza
Al final vemos el slogan del anunciante, una clínica de adelgazamiento, ¨Buena Figura, Buena vida¨