Sexo y Cultura en Tailandia


CHIANG MAI, TAILANDIA: SEXO, DILEMAS Y CULTURAS

Hace unas semanas surcando los mares de Internet me topé con un Blog de viajes, que hablaba sobre Tailandia, concretamente sobre Chiang Mai.
He de reconocer que las aventuras de su protagonista en el Norte de Tailandia me engancharon y sobrepasé con creces mi record de 5 minutos leyendo un mismo Blog.

Hubo una de las entradas que me pareció especialmente interesante y acertada, por la cantidad de información que dejaba entrever sobre la sociedad tailandesa y las relaciones hombre-mujer desde el punto de vista jerárquico. Me gustó hasta tal punto, que decidí ponerme en contacto con él, y Témoris ( www.temoris.org ) se ofreció muy amablemente a prestarme su “Post” para publicarlo en Thaidreams.

Quien conoce realmente Tailandia y a sus gentes, sabe que la prostitución existe en este País, al igual que existe en casi todos los países, entre ellos el España, pero que ni es algo generalizado, ni tiene porqué cruzarse en el camino de nadie que no lo vaya buscando, igual que ocurre en cualquier ciudad europea.
Desgraciadamente aún encuentro gente que piensa que en Tailandia todo es prostitución, y que interpreta la tímida sonrisa de una guapa tailandesa como una proposición sexual. Muchos se llevarán a su País un souvenir inesperado: la mano de la chica marcada en su mejilla …

DÍA 338. CHIANG MAI, TAILANDIA: SEXO, DILEMAS Y CULTURAS
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1.- Amor del shopping
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El tema del sexo en Tailandia es un problema complejo para el país. Por un lado, es una sociedad tradicional en donde se valora que la virginidad se conserve hasta el matrimonio. Por el otro, es uno de los grandes centros mundiales del turismo sexual y sus antros y burdeles están sobrepoblados de prostitutas. Por en medio, conseguirse un novio farang (occidental) es la manera en que cientos de miles de chicas financian sus estudios o el paso a un mejor nivel de vida.

En Khao San road, una zona densamente turística de Bangkok, se ven situaciones grotescas. Hombres europeos de 50 a 80 años caminan por la calle con jovencitas tais de 18. Por lo general, estos hombres tienen roja nariz de beodo y un aspecto que hace sospechar que en sus países nunca entraron en las listas de los físicamente atractivos, mientras que las muchachas son muy hermosas, con caritas infantiles. Por sus características étnicas, ellas suelen tener cuerpos de formas bonitas pero muy delgados, y de baja estatura (1.55, 1.50, 1.40 y menos), por lo que parecen mucho más jóvenes de lo que son, en tanto que los varones nórdicos sobrepasan fácilmente el 1.85 y en sus panzas podrían albergar varios barriles de cerveza, o a la nena con dos de sus amigas. El resultado es que la parejita que va de la mano parece la de una bestia antediluviana de 200 kilos con una dulce bella de doce años.

La relación puede tener un aspecto superficial sincero, pero es obviamente comercial, tanto por las tradiciones tais como por las actitudes occidentales. En un post anterior expliqué que la sociedad tai es muy jerárquica: los de abajo les deben respeto a los de arriba, los de arriba patrocinan a los de abajo. ¿Quiénes están abajo? Los más jóvenes, los estudiantes, los que tienen menos dinero, las mujeres. ¿Y arriba? Los mayores, los maestros, los que tienen plata y los hombres. Las chicas tais reúnen todos los calificativos de los de abajo y los viejos farangs los de arriba (excepto el de maestros). En consecuencia, de manera natural se espera que el farang se haga cargo de los gastos de la novia tai, que le haga regalos (y a los tais les fascina ir de shopping) y de paso también le dé algún apoyo a la familia. En esta cultura, el concepto del amor es diferente: no se demuestra con cariños y detalles, sino haciendo gastos.

A los farangs les sale barato. Muchos de ellos son plomeros o electricistas en Gran Bretaña, Suecia o Alemania, con sueldos de dos o tres mil euros mensuales, y envían cada día primero 300 euritos para mantener a la novia tai (con depa) a la que visitan dos veces por año, cargados de joyas. Saben que están comprando su amor. Están contentos así.

Hasta que algo falla. El farang se confundió y pensó que era amor incondicional, abandonó su gélido país, se fue a vivir a Tailandia, sus ingresos cayeron y la chica perdió interés. O a la tai, que sabe que su novio viene cada abril y octubre, le entró el sentido empresarial y decidió conseguirse ingresos extra con otros farangs que la visiten en febrero y agosto, y en junio y diciembre, ¿por qué no?

Entonces los farangs sufren y sufren, no entienden por qué no valoran el amor las tais a las que han estado comprando. Y también ellas sufren cuando la iguala mensual falta, o si el farang llegó sin regalos o no quiso comprarles el relojito caro, ¿es que ha dejado de amarlas?

2- Incomprensión pagada

El 70% de los estudiantes universitarios en Tailandia son chicas. Mujeres que se incorporan al mercado de trabajo a ganar dinero y que corren el peligro de desencajar del esquema jerárquico en el que las mujeres están abajo de los hombres. Para ellas es un peligro porque, ya que superan por más de dos a uno a los egresados masculinos, les resulta cada vez más difícil hallar maridos que tengan mayores ingresos y mejor educación que ellas, como la sociedad tai considera apropiado.

A menos que tengan mucha suerte, los farangs que ven no les resultan satisfactorios: por lo general los occidentales que buscan relaciones aquí son los que tienen poco rating en sus propios países, tienen bajo nivel educativo y además no están dispuestos a hacer el largo recorrido entre el momento en que las conocen y el de irse a la cama juntos, lo que con frecuencia incluye un compromiso matrimonial.

Las mujeres tais educadas quedan, pues, fuera del alcance de la mayoría de estos farangs. Y ellos encuentran más sencillo adquirir una joven pobre y poco educada en la que no tengan que invertir mucho dinero y esfuerzo. El resultado común son relaciones vacías basadas en el intercambio material de sexo y plata. Por falta de capacidad y/o interés, las parejas no hacen esfuerzos por entenderse mutuamente (para superar las barreras culturales) y se encierran en burbujas separadas, en las que ellos sólo ven en ellas un atractivo bulto con el cual pasear y tener sexo, y las tais no encuentran en los farangs más que un instrumento financiero.

Hace unos meses, cuando viajaba con la francesa Marie, tuve un ejemplo de ello. Nos reunimos para cenar con Norbert, un galo de algo menos de 50 años, tres compatriotas suyos y las respectivas novias tais. Marie y yo estábamos al centro. Ella me traducía al italiano, ellos me hacían corteses comentarios en inglés, pero la conversación se hacía fundamentalmente en francés, sin hacer el menor gesto hacia las cuatro chicas tais, que estaban aburridas en cada extremo de la mesa, como orientadas a los cuatro rincones cardinales, y que no entendían el caso de habérselas arreglado para aprender inglés a pesar de su pobreza, para ligarse farangs que hablan en otro extraño idioma occidental y que no les conceden valor ni tan siquiera para hablar en inglés, aunque sea por educación.

Pero siguen con ellos porque al menos cumplen con el compromiso económico, y eso es lo principal.

3- La visión del otro

La intensa, masiva relación entre hombres farangs y chicas tais genera tensiones en otros niveles. Son escasísimas las parejas de hombres tais con mujeres occidentales. Como es natural, muchos tais no están muy contentos con ello.

A ellos les gustan ellas, como se hace evidente por la forma en que las miran y les hablan por la calle. Son ellas las que no quieren. He preguntado las razones, y más allá de las diferencias culturales (una occidental con educación e ingresos propios no se ajusta con tanta facilidad a quedar jerárquicamente debajo de su pareja tai), rescaté lo siguiente:

El tamaño importa. Los tais son delgados y pequeños. A los hombres occidentales les da morbo llevarse a la cama a una pequeñita mujer tai, pero aunque les parecen guapos, a algunas farangs no les resulta particularmente atractivo acostarse con alguien que mide diez centímetros menos que ellas y tiene sólo tres cuartas partes de su peso.

La feminidad de los hombres. Andy, mi amigo gay, sostiene que en Occidente es capaz de determinar de inmediato si un hombre es homo o bi, pero aquí mete la pata una y otra vez. Esbeltos y pequeños, muchos hombres tais parecen algo femeninos en su aspecto y modales.

Pueden ser femeninos, pero borrachos y de a montón no les falta valor. No faltan historias de farangs golpeados por ligar con tais.

Claro que la descripción que he hecho se refiere a sectores limitados de la sociedad tai y resulta injusto para los muchos tais de ambos géneros que son amables, respetuosos y bien intencionados; para las mujeres farangs que encuentran muy atractivos a los hombres locales (y para ellos); así como para las parejas inter-culturales que funcionan bien.

Este post pretende observar algunos vicios y puntos flacos de la relación entre occidentales y orientales en este país, donde ambos mundos se mezclan. Tal vez el origen del problema está en la manera en que Tailandia se abrió al turismo mundial: durante la guerra de Vietnam, el ejército de Estados Unidos mandaba a sus soldados a descansar aquí. Sus muchachos llegaban de la selva con temperaturas mayores que la del casquillo de una bala recién disparada. Esto creó un súper boom en la industria de la prostitución (ya platiqué en un post anterior que mi amigo Tapi se convirtió en símbolo sexual de las pros de Chiang Mai cuando se cortó el pelo al estilo militar) y le dio el carácter sexual al turismo en Tailandia.

El país ofrece mucho más, no obstante, en términos de cultura, de bellezas naturales y de actividades deportivas. El gobierno y mucha gente se están esforzando por elevar este perfil y mejorar la imagen del país, que lo merece. Ojalá este fuera el detonador de un cambio de fondo que permita un intercambio cultural más sano y relaciones amorosas más igualitarias y satisfactorias para las parejas.

Témoris, 30 de Marzo de 2006

http://www.travelblog.org/Asia/Thailand/Chiang-Mai-Province/Chiang-Mai/blog-63727.html

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Comentarios en “Sexo y Cultura en Tailandia”

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